sábado, 29 de enero de 2011

La relación medios, discurso, poder en 1984

por Silvina Rosignoli


"La telepantalla recibía y transmitía a un mismo tiempo. Cualquier palabra que pronunciara Winston, como no fuera en voz muy baja sería captada de inmediato por el aparato; todavía más mientras permaneciera dentro del campo visual de la placa metálica, podía ser visto a la vez que oído. Desde luego, no existía medio de comprobar en un momento dado si era un objeto de vigilancia o no, como tampoco resultaba posible determinar el sistema de que se valía la Policía del Pensamiento para intervenir los aparatos particulares o determinar la frecuencia con que lo hacía. Lo probable era que la vigilancia se ejerciera sobre todo el mundo y a todas horas del día y de la noche. Por supuesto, podían intervenir a voluntad en cualquier aparato de los domicilios particulares. Había que vivir -y se vivía por fuerza de una costumbre hecha instinto- como acechado en todo momento por ojos invisibles, salvo en la oscuridad más absoluta, y como si cada sonido emitido fuera captado por oídos extraños."


En 1948, George Orwell escribió la novela 1984 Allí se muestra un mundo futuro, en el que los adelantos tecnológicos producirían bienestar, sin embargo la pretendida utopía sólo ha producido un Estado totalitario que, con base en esa alta tecnología, vigila a los ciudadanos para conseguir su meta: crear una comunidad uniforme aniquilando cualquier posibilidad de pensamiento independiente. El planteamiento del texto es que esto se logrará en la medida en que se pueda manipular el lenguaje, para eliminar del discurso humano la capacidad de expresar los múltiples matices que hay en la mente humana. La vigilancia se lleva a cabo por medio de la televisión, aparato que los ciudadanos no tienen derecho a apagar, y que mira y escucha al espectador mientras transmite imágenes y habla incesantemente.

La distopía de Orwell es muy útil para comprender las diferentes formas de poder que enuncia Thompson en su libro Los media y la modernidad. El poder simbólico, aquel que crea los acontecimientos reales, que influye en las acciones de los otros e interviene en el transcurso de los acontecimientos está en manos del Ministerio de la Verdad (lugar donde trabaja el protagonista) y se encarga de escribir la historia de acuerdo a las necesidades del momento. El poder político es ejercido por el Hermano Grande cuya autoridad todos aceptan (finalmente Winston también lo hará) y que se vale de los medios y la tecnología para controlarlo todo. La Policía del Pensamiento juega el doble rol de vigilar lo que los ciudadanos piensan pero también es a cargo de quien está el poder coercitivo que utiliza la fuerza para someter al que no se adapta al sistema. Cabe destacar que las desapariciones de personas y los métodos de tortura que se describen en 1984 remiten a lo que la Argentina padeció durante la última Dictadura militar. Un conjunto de fuerzas que son funcionales y necesarias para sostener el poder económico sobre el que se erige la sociedad.

Otro aspecto muy interesante del libro es la Neohabla que se funda en el Doblepensar, es decir, "la facultad de albergar dos creencias contradictorias admitiendo ambas a la vez". El doblepensar constituye la médula del sistema ya que cualquier recuerdo que no responda a las conveniencias es desechado pero si en otro momento fuera necesario extraerlo del olvido no habría inconveniente en hacerlo. En la Neohabla el vocabulario se reduce a los términos de imprescindible uso y se sacrifica la gramática en función de la simplificación de la lengua. El objetivo de la Neohabla era, no la ampliación sino la limitación del pensamiento. Al considerar los cambios que se producen en el lenguaje de los jóvenes (aunque como veremos también afecta a algunos adultos) a partir del uso de nuevas tecnologías (chat o el mensaje de texto) y los conflictos lingüísticos que tienen a la hora de comunicar sus ideas o producir textos académicos, la obra de Orwell parece aportar una posible interpretación. Veamos algún ejemplo de esta nueva lengua: la existencia del término bueno hace innecesario el vocablo malo, ya que lo malo puede considerarse como lo no bueno. (Cualquier similitud con el término "no positivo para evitar decir "voto en contra" de un Vicepresidente actual poniendo de manifiesto su doblepensar es pura coincidencia).

Siguiendo a Barbero[1] podemos decir que hay un proceso de dominación a través de la palabra: quien posee el discurso dominante tiene el poder. Los discursos no van por fuera de los conflictos históricos, sino que son estos los que los engendran y cargan de sentido. Toda palabra tiene consecuencias sociales. No cualquiera puede hablar: el discurso tiene jerarquías y necesita ser legitimado , dice Martín-Barbero que el poder es lograr que se acepte respirable lo que asfixia. En este libro se puede ver cómo quien detenta el poder no es solo dueño del presente, sino que también controla el pasado que es la garantía para adueñarse del futuro. Orwell presenta una sociedad en la que un Estado totalitario controla todo, incluso el pensamiento. En las sociedades liberales y democráticas ese poder de Policía del Pensamiento está en manos de los medios de comunicación, que al ser monopólicos y presentar un discurso homogéneo construyen un pensamiento hegemónico, para someter a las mayorías a su lógica. Esa lógica que es la que alimenta el sistema capitalista convierte en mercancía todo. Aunque lo haga en forma encubierta ya que se presenta a la información como una verdad absoluta, adquiere el carácter de mito, como relato sagrado, no discutible.

Orwell presenta un mundo donde la información se cambia según los intereses del momento, siempre se vive en guerra y aunque este enemigo a veces cambia, el manejo de la información es tal, que uno siempre cree que el enemigo es el mismo. Un mundo en el que se convence a partir de la reiteración que La guerra es la paz, La libertad es esclavitud y La ignorancia es la fuerza.

A continuación dejo el enlace a un fragmento de la película homónima que ilustra la angustia de Winston , el protagonista, que ha logrado comprender cómo se articula el sistema del cual él es una pieza más. 1984 (la película)

Al finalizar el libro tanto su protagonista como los lectores comprenderán que quien tiene el poder tiene el dominio de la palabra y esto es lo que le confiere tal poder. Todo intento de subversión está previsto y es controlado. El triunfo sobre sí mismo de Winston fue amar al Hermano Grande que todo controla. ¿Nos resignaremos nosotros también a aceptar y no cuestionar la realidad construida por los medios de comunicación?


[1] Martín Barbero, Jesús. “De la transparencia del mensaje a la opacidad del discurso”

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