sábado, 29 de enero de 2011

Mediatización de la cultura: Mundo Feliz

por Silvina Rosignoli

En 1932, Aldous HuxleyMundo feliz. Si analizamos este libro a partir de Guy Debord1 veremos como todo está condicionado para que se convierta en espectáculo, una vida de la cual ni siquiera son dueños los hombres porque ellos mismos son genéticamente condicionados y socialmente predestinados para encajar en el sistema. Una sociedad que produce y consume, que funda su felicidad en la ausencia de cuestionamientos y si estos afloran hay una droga que los sofoca. Una sociedad donde la tecnología soluciona todo y no se concibe otra forma de vida más que la mediada por la ciencia. Aquellos que no se adaptan son desterrados y confinados a la Reserva Salvaje. Lo que no encaja en este sistema perverso es barbarie. El plateo de Huxley es el de un mundo regido por el consumo y el condicionamiento (inclusive antes del nacimiento) de la gente para que sea "feliz". Un ser "feliz" carente de libertad de elección, pensamiento y sentimiento. El control se ejerce provocando placer y es precisamente eso que se adora lo que destruye la humanidad y convierte al hombre en un alienado. En Mundo Feliz se mantiene a la gente ocupada y divertida en todo momento, no hay guerras, hay espectáculos a disposición todo el tiempo, raciones de soma y orgías. Se domina a la población satisfaciendo sus apetitos, se evita que piensen manteniéndolos entretenidos todo el tiempo. El momento actual se asemeja bastante a ese mundo feliz en el que todo es espectacular. escribió su distopía

Guy Debord afirma: “ El espectáculo se presenta como una enorme positividad indiscutible e inaccesible. No dice más que lo que aparece es bueno, lo que es bueno aparece. La actitud que exige por principio es esta aceptación pasiva que ya ha obtenido de hecho por su forma de aparecer sin réplica, por su monopolio de la apariencia. La sociedad que reposa sobre la industria moderna no es fortuita o superficialmente espectacular, sino fundamentalmente espectaculista. En el espectáculo, imagen de la economía reinante, el fin no existe, el desarrollo lo es todo. El espectáculo no quiere llegar a nada más que a sí mismo.” El mundo imaginado por Huxley muestra una sociedad donde todo parece perfecto, la gente ama su opresión, adora las tecnologías que anulan su capacidad para pensar, hay un exceso de información pero es irrelevante, los ciudadanos aceptan con pasividad y están sumergidos en un mundo de sensaciones que lo mantienen en lo superficial. El control se ejerce pero a través del placer, del entretenimiento. La sociedad se rige por el método de producción en serie, el tiempo se divide en un antes y un después de Henry Ford. Todo se produce como mercancía, incluso las personas, la reproducción natural está controlada y es en un laboratorio donde se crean hombres y mujeres con determinadas condiciones y características, de la misma manera en que se fabrican autos o cualquier otro objeto. El consumo, el entretenimiento, la diversión y el confort son valores en ese mundo que mucho se parece a nuestro mundo.

Un fragmento de la obra muestra como la tecnología se pone al servicio del consumo: "Es curioso pensar, que hasta los tiempos de Nuestro Ford la mayoría de los juegos se jugaban sin más aparatos que una o dos pelotas, unos pocos palos y a veces una red. Imaginen la locura que representa permitir que la gente se entregue a juegos complicados que en nada aumentan el consumo. Pura locura. Actualmente los Interventores no aprueban ningún nuevo juego, a menos que pueda demostrarse que exige cuando menos tantos aparatos como el más complicado de los juegos ya existentes"

Respecto a la tecnología Silverstone2 considera que es nuestra manera de encarar la realidad. Afirma que “Los usuarios son transformados por su uso. Y, como resultado, se transforma con la misma certeza lo que significa ser humano.” Tecnología no es sólo la máquina, sino que también son “las aptitudes y competencias, el conocimiento y el deseo sin los cuales no puede funcionar”. En la literatura en general y en la obra que analizamos en particular, la tecnología es presentada como un medio para la creación de mundos utópicos y distópicos donde se la puede ver como cultura pero a la vez es parte de estructuras políticas y económicas que la sostienen. Según Silverston “la tecnología puede verse como encantamiento” porque ha sido creada por los seres humanos para controlar los pensamientos y las acciones de otros seres humanos.

Actualmente los aparatos destinados al entretenimiento y la comunicación personal han alcanzado niveles altos de desarrollo y popularidad. Permiten estar entretenidos, informados y comunicados en cualquier momento, con cualquier lugar del mundo y de forma instantánea. La velocidad de los procesos de tratamiento y recepción de la información permiten un cambio en la percepción del tiempo y del espacio. El tiempo es mercantilizado. El deseo, explotado por la publicidad, propicia el consumo de bienes que permiten mantenernos conectados y entretenidos. A cambio de comodidades y diversión cedemos nuestra libertad de acción y de pensamiento y también nuestro dinero, contribuyendo a completar la apropiación de nuestro tiempo, de nuestra vida por parte de las fuerzas del mercado.

En ese mundo feliz existe un método para socializar y moralizar que es el motor del sistema: la hipnopedia. Un método mediante el que se inculcan formas de comportamiento y los conocimientos que es necesario adquirir a fuerza de la repetición de palabras vacías de razonamiento. Una voz proveniente de una radio, que repite en serie esas consignas durante el sueño, transforma la mente del niño y la del adulto en esas sugestiones. “La mente que juzga, que desea, que decide .... formada por esas sugestiones. ¡Y esas sugestiones son nuestras sugestiones!” , explica un científico en la novela. La cultura mediatizada del presente se parece mucho a la del futuro de Huxley, el método parece ser el mismo aunque no necesita hacerlo durante el sueño porque la exposición permanente a las tecnologías del entretenimiento han anestesiado las mentes hasta sumirlas en una especie de somnolencia permanente.

Guy Debord sostiene que el espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes, es decir, una visión del mundo que se ha objetivado. En su libro La sociedad del espectáculo explica: “El espectáculo, comprendido en su totalidad, es a la vez el resultado y el proyecto del modo de producción existente. No es un suplemento al mundo real, su decoración añadida. Es el corazón del irrealismo de la sociedad real. Bajo todas sus formas particulares, información o propaganda, publicidad o consumo directo de diversiones, el espectáculo constituye el modelo presente de la vida socialmente dominante. Es la afirmación omnipresente de la elección ya hecha en la producción y su consumo corolario. Forma y contenido del espectáculo son de modo idéntico la justificación total de las condiciones y de los fines del sistema existente. El espectáculo es también la presencia permanente de esta justificación, como ocupación de la parte principal del tiempo vivido fuera de la producción moderna”.

Según Debord, la forma que elige la sociedad del espectáculo para conformar la realidad es la de los "medios de comunicación de masa”. Las necesidades sociales de la época solo pueden ser satisfechas por su mediación, la administración de la sociedad y todo contacto entre los hombres solo puede ejercerse por intermedio de este poder de comunicación instantánea que es unilateral.

El espectador alienado cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes menos comprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo respecto del hombre activo se manifiesta en que sus propios gestos ya no son suyos, sino de otro que lo representa. Por eso el espectador no encuentra su lugar en ninguna parte, porque el espectáculo está en todas.

Otro fragmento de la novela muestra como el arte es reemplazado por imágenes vacías de contenido pero que apelan a las sensaciones. "El mundo es estable actualmente. Las personas son felices; ellos obtienen lo que ellas quieren, y ellas no quieren jamás lo que no pueden obtener. (...) Ellas están condicionadas de tal manera que, prácticamente, ellas solo pueden portarse como se debe. Y si por casualidad algo no van bien, tenemos el soma. (..) Tenemos que escoger entre la felicidad y lo que llamábamos antes el gran arte. Hemos sacrificado el gran arte. En su lugar tenemos el Cine Sentido y el órgano de perfumes. (...) Ellos representan para el espectador un montón de sensaciones agradables. (...) Esto exige la habilidad más grande. Fabricamos coches con el mínimo de acero, y obras de arte con casi nada, solo con puras sensaciones."

Estamos inmersos en una cultura mediatizada en la que todo es mercancía. Comprender la lógica del sistema capitalista puede ser útil para eso, para comprenderla, no más. Todo forma parte de ese sistema, incluso los instrumentos mediante los cuales lo estudiamos.

En definitiva somos parte de una cultura mediática, de un modo de relacionarnos y de estructurar nuestras prácticas sociales a partir de los medios. Esto significa que la mediatización de la cultura se vincula con el proceso de producir significados a través de un orden social diseñado a partir de la existencia de tecnologías3. Mundo Feliz de Aldous Huxley es un claro ejemplo, aunque extremo, de mediatización de la cultura.


1 Guy Debord: La sociedad del espectáculo (1967). Trad. revisada por Maldeojo para el Archivo Situacionista (1998).

2 SILVERSTONE, Roger. ¿Por qué estudiar los medios? Amorrortu. Buenos Aires, 2001

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